miércoles, 17 de octubre de 2018

Coleccionismo de tazas


Muchas personas en el mundo, sienten  debilidad por las tazas. Y es que las hay de muchas formas, tamaños, diseños y colores. Las puedes encontrar: Redondas, cuadradas, rectangulares, ovaladas, altas, bajas, gruesas, delgadas, pálidas, coloridas, divertidas, tristes, floreadas, rayadas, simples, blancas, negras, rojas, naranjas, artesanales, artísticas, turistas, etc.
Pero, que es una taza?
Una taza, es un recipiente que tiene una sola asa. Usado básicamente para tomar líquidos, por lo general calientes. Su nombre viene del árabe “tassah”, y este del persa “tast”. En algunos países de Latinoamérica, se les denomina como  jarro o pocillo.

Aunque pueden tener diversas formas, colores y tamaños, presentarse decorada o serigrafiada,  todas tienen un denominador común. La característica que las identifica a todas ellas, es el asa, que facilita su manejo.

Las de menor tamaño se les llama taza de café, taza de té o con el diminutivo tacita. Las de gran tamaño pueden recibir el título inapropiado de tazón.

Para el uso doméstico se fabrican en diversos materiales: cerámica, cristal, vidrio borosilicatado, plástico, y en menor medida en metales como el aluminio o el acero.

Es utilizado como vajilla habitual, en las reuniones sociales. La taza ha alcanzado un curioso simbolismo, de objeto representativo del bienestar e incluso el lujo. ​

La fusión de elementos culturales británicos y asiáticos, por emplear un ejemplo entre muchos, se ha reflejado desde el siglo XVIII en el uso y abuso de la taza como icono social. Y así, el té del mandarín chino, se unió con la costumbre inglesa del té de las cinco. Refinamiento social que a lo largo de los últimos siglos,  se ha representado en diversas expresiones de las bellas artes. En pinturas, esculturas, poemas, etc, se hace referencia a este ritual.

Rainer Maria Rilke, uno de los grandes poetas en lengua alemana, uniéndose a la atracción que a finales del siglo XIX y principios del XX se sentía por Oriente, describe una tacita de porcelana china en estos versos, publicados el año 1907 y editados en español en 1991.
  
“Porcelana opalina,
frágil, una llana taza de China,
y llena de pequeñas mariposas claras.”

R.M. Rilke Nuevos poemas (1991) Madrid p. 210

Las tazas tienen algo especial, que hace que las busquemos, utilicemos y conservemos. Ese algo tiene que ver con los sentidos. La boca disfruta al sentir las tazas. El olfato recuerda ese aroma,  que camina por toda la casa trayendo de vuelta los recuerdos, los sueños, e incluso las risas, de momentos pasados.

Su privilegio radica en que están ligadas a la primera y la última bebida caliente del día. Como si fuera un ritual obligado su utilización, para salir y entrar en los terrenos del sueño.

Y quizás por eso sus paredes son tan anchas, a diferencia de las frágiles copas y de los vasos transparentes. Son pues murallas entre nuestros labios y el terrible mundo de nuestros deseos.

Encantan las tazas porque se identifican con "hogar" y con "seguridad". Las tazas tienen un nosequé acogedor. En ellas tomas el café o el té caliente cuando afuera hace frío. Su contenido nos reconforta.

Los coleccionistas de tazas los puedes reconocer en los centros comerciales, o en las tiendas de segunda mano, que se detienen en esa sección, como si visitasen una exposición. Siempre hay una que les espera. A veces son tres.

En sus casas, guardadas en vitrinas, encuentras las piezas más bonitas y entrañables. Con  ellas pueden materializar bellísimos recuerdos (aquel viaje en que compraron una en tal lugar, etc).

Cada taza tiene un rincón, en cada casa. Cada taza tiene una historia, que contarnos. Cada taza tiene alguien, que la quiere. Por eso existen los coleccionistas de tazas. Son personas que sienten debilidad por ellas.


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