jueves, 24 de agosto de 2017

¿Por qué coleccionamos?


En algún momento de su vida, el ser humanos se siente impulsado a guardar y coleccionar cosas, objetos, etc. Se hace por el mero placer que le proporciona, el observar los mismos de manera ordenada u desordenada, pero juntos.

Pero evidentemente, sea lo que sea la razón que nos lleva a coleccionar, el fin más inmediato del coleccionismo es el placer.

Los objetos coleccionados, ordenadamente dispuestos y agrupados en las páginas de un álbum, en una vitrina, o en estantería, crean una fantasía, que no pueden ser aventajados por ningún otro afán de diversión o entretenimiento.

Lo habitual es que cuando uno decide coleccionar cualquier tipo de objeto, es porque dichos objetos le atraen, es decir, le resulta atractivo reunirlos, contemplarlos, contrastarlos con otros, apreciar su calidad, antigüedad, durabilidad, etc. De tal manera es así, que se hacen todos los esfuerzos posibles, por conseguir piezas que añadir a su colección y tenerlas para sí.

El segundo efecto del coleccionismo es el entretenimiento. Son muchas las horas que una persona puede pasar observando, ordenando, investigando y planificando una colección de sus objetos preferidos, y muchos los beneficios culturales que tal acción conlleva.

Y el tercer factor que ha puesto de moda al coleccionismo, tiene que ver con los resultados económicos, que a veces tienen las colecciones, transcurridos unos años desde que se comenzó a coleccionar. No hay nada más fácil para una persona amante de la belleza y con medios económicos suficientes, como el de comprar lo que otros han conseguido con esfuerzo y trabajo, para que estos adornen su despacho, vitrinas, museos o simplemente sus álbumes privados. Y no es extraño que muchos coleccionistas, después de muchos años de disfrutar de diminutos objetos singulares y únicos, se desprendan de ellos a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero. La colección que tanto esfuerzo costó reunir, se convertirá en dinero. La cuantía dependerá de la dificultad, originalidad, singularidad y volumen, de la colección. No se paga por el tiempo y el esfuerzo del coleccionista, sino por los frutos de su trabajo.

Multitud de operaciones comerciales recientes han elevado al mundo de coleccionismo a los titulares de los periódicos nacionales, en vista de que se han pagado cifras astronómicas por monedas y sellos singulares y únicos. Se ha llegado a afirmar que "la inversión del futuro son los bienes tangibles".

Efectivamente, no podemos obviar el factor económico dentro de nuestras colecciones. Todo coleccionista está consciente que su colección tiene un valor económico. Aunque el placer que produce un "hobby" no se puede cuantificar en una escala de valores, existen algunos tipos de coleccionismo que sí se pueden cuantificar, que se puede expresar con un debe y un haber, que tienen un mercado donde regularmente existe una oferta y una demanda, y que estas suelen delimitar precios y valores.

Y aunque, obviamente se comete un gran error cuando el objetivo principal del que acude al coleccionismo es meramente económico e inversionista, (en todo tipo de coleccionismo, debe darse absoluta preferencia al objetivo coleccionista y no al inversor; es la única fórmula para no desilusionarse nunca), no podemos negar la afluencia de muchas personas a este mundo, como una alternativa más a mantener el poder adquisitivo de su dinero. Especialmente esto ocurre cuando una inflación galopante supera el beneficio de las inversiones, o por lo contrario, unos moderados tipos de interés dejan nuestros ahorros en meras muestras de un duro trabajo realizado en el pasado, empero sin ningún poder adquisitivo en el presente.

Por supuesto, existe un trasfondo en todo esto, y es, que la mayoría de los coleccionistas piensan que a la vez que disfrutan con su afición, están realizando una inversión que les rendirá sus frutos en cuanto decidan venderla.

Esto, aunque no siempre es cierto, ha despertado la curiosidad de miles de personas que, por sí mismas, o por medio de Sociedades de mediación, se han convertido en coleccionistas y han invertido en Bienes Tangibles sin conocer lo que 'coleccionan', los valores que compran, como se mueve el mercado del mismo, ni cuales son exactamente los activos que poseen.

Para el bien del coleccionismo en general, sólo una minoría de personas se acerca a ese mundillo con este tercer objetivo, y son una gran mayoría los que lo hacen para disfrutar de los objetos que coleccionan mientras amplían su cultura sin apenas percibirlo.

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